miércoles, 15 de agosto de 2012

Un año de sueño.


 Cuando Paula me conoció, creyó que fumaba marihuana los jueves a las 7 a.m antes de entrar a Lenguaje Tonal.
  Los ojos hinchados, las ojeras y el ánimo siempre por el suelo, el sueño constante las vivas ganas de nada.
 No, no. Simplemente era yo. O lo que quedaba de mi, saliendo de la euforia vívida de un enamoramiento importante pero anecdótico que me había sumido en un optimismo a pruebas de balas, enfermedades y otras yerbas (como para seguir con la botánica). Era la pebeta que quería empezar a salir de la era de la boludez para meterse en el barro de la edad adúltera. Decidí tomarme lo más en serio posible eso que me habia salvado, eso que seguía amando y era la música y emprendí mi viaje facultativo. Empecé a laburar, me encontré con compañeros y empecé a salir todavía más de ese tupper en el que me había metido por años. Empecé y todavía no terminé, pero di los primeros pasos. Rompí con una gran cantidad de timidez, metí materias y me enamoré, me desenamoré, me gustó, me empezó a gustar otro, fui a recitales, me subí a un escenario con Kusturica, volvió la timidez, dije basta ya! volvieron los deseos. De ser feliz, de amar, de aprender, japonés, francés, volver al violín y a cine, hacer deportes y el antojo de tener novio. Esa última es una falacia. Las ganas de estar con alguien que me guste, me encante, me ría, que mantenga mi tranquilidad, que sea él, que nos rompamos las bolas sanamente. Que nos amemos concsientemente casi sin la necesidad de decirlo. Que cuando abramos la boca sea para sumergirnos y que un te quiero susurrado sea un chapuzón.
   Pero, mientras tengo que preparar materias, tocar el piano, ahorrar para una cámara y para mi futura vivienda y evolucionar.
    Me encanta dormir, y me encanta soñar. Pero ya es hora de despertarse y hechar a andar.


    Dream is over. What can I say?